Análisis • Por Carlos Polo | El domingo 11 de abril se celebraron las elecciones presidenciales en el Perú. La gran mayoría de peruanos vivimos la (infeliz) sorpresa de ver en primer lugar a un candidato comunista y admirador del chavismo, Pedro Castillo, con 19% de los votos válidos. Tan solo dos semanas antes no figuraba dentro de los primeros lugares en ninguna de las encuestas.
Y dado que solo se accede a la presidencia si en primera vuelta se obtiene más del 50%, irá a una segunda votación para el 6 de junio con Keiko Fujimori que quedó en segundo lugar con 13.36% superando con escaso margen a Rafael López Aliaga con 11.73%, candidato abiertamente contrario a la agenda globalista y confesionalmente católico. Tanto Fujimori como López Aliaga lideran partidos con una clara opción provida/profamilia.
Otro aspecto feliz de la sorpresa de estas elecciones es que los candidatos con opciones LGTBI, de género y aborto quedaron en los últimos lugares. Incluso hasta el mismo Pedro Castillo ha declarado estar contra el aborto, eutanasia, género y matrimonio de personas del mismo sexo. Sin embargo, esas declaraciones no generan mucha confianza. Su plan de gobierno dice lo contrario y lo mismo sucede con el sector ideológico que representa tanto local como internacionalmente.
Perú ha sufrido una gran inestabilidad política en los últimos años. En marzo del 2018, Pedro Pablo Kuczynski renunció cuando su destitución por incapacidad moral (debido a actos de corrupción) estaba a punto de ser votada en el congreso. Lo reemplazó Martín Vizcarra, su vicepresidente, que en setiembre de 2019 disolvió el congreso y convocó a nuevas elecciones. Este nuevo congreso elegido en enero del 2020 destituyó a Vizcarra por las mismas razones que a Kuczynski en noviembre del 2020.
Según la Constitución, el presidente del congreso Manuel Merino asumió el cargo pero por presiones políticas tuvo que renunciar. Francisco Sagasti fue elegido nuevo presidente del congreso y automáticamente asumió las funciones de presidente hasta julio del 2021. Es decir, en noviembre del 2020 hubo tres presidentes en una sola semana.
Perú está viviendo una combinación letal de crisis sanitaria, económica y política. En relación a la pandemia, tiene el récord mundial de más muertos por millón de habitantes. Con una desastrosa gestión principalmente limitada a cuarentenas férreas. Las vacunas Sinopharm que se impusieron sospechosamente sobre otras opciones y que se compraron tardíamente ahora están envueltas en un escándalo político de corrupción que quitó el poco crédito que le quedaba al gobierno de transición de Sagasti.
Todo esto ha creado una recesión enorme y pérdida de millones de empleos. Miles de peruanos mueren por covid-19 y el gobierno no ha provisto de vacunas suficientes, no ha instalado siquiera plantas de oxígeno ni ha aumentado camas UCI y el personal médico cada día tiene más bajas mortales y menos fuerza para contener una segunda ola de covid-19. Y mientras tanto, el Partido Morado al cual pertenece Sagasti prioriza el debate de leyes de “identidad de género”, aborto y eutanasia en el congreso.
En resumen, ineptitud, corrupción y agenda globalista han sido las constantes de los gobiernos de Vizcarra y Sagasti.
Muchos analistas coinciden en que la votación ha sido reflejo de un rechazo a la clase política tradicional y sobre todo de izquierda socialista tradicional. Unos se fueron al extremo comunista y terrorista pues Pedro Castillo tiene vínculos claros con Sendero Luminoso y su votación ha sido masiva en las provincias más identificadas con esa ideología y presas de un gran resentimiento con un Estado que no los atiende ni en sus servicios básicos. Y otros han rechazado con su voto a esa izquierda tradicional globalista. El candidato del Partido Morado de Sagasti no salió del rubro “otros”.
En el mismo proceso electoral también se eligieron a los 130 parlamentarios de la única cámara congresal en el Perú para los próximos 5 años coincidentes con el periodo presidencial (si es que no ocurren sucesos similares a las recientes crisis).
Los resultados otorgan parlamentarios a 10 partidos políticos configurando un congreso fragmentado donde será difícil hacer alianzas. El partido Renovación Popular hizo su debut electoral y no lo fue nada mal. Su candidato quedó tercero en medio de sospechas de fraude en contra suya, pero lograron conseguir una bancada muy importante de 15 congresistas y casi todos ellos muy identificados con la causa provida.
Serán un importante contingente parlamentario junto a Fuerza Popular cuya líder Keiko Fujimori hizo un video viral comprometiéndose con el respeto a la vida del concebido y del derecho a los padres a educar a sus hijos, la promoción de la familia y en contra de la manipulación de quienes confunden a la población con el término género.
Todos los partidos con agenda LGTBI y abortista perdieron o tienen una bancada reducida. El Partido Morado que fue el principal apoyo de Vizcarra y al cual pertenece Sagasti sacó solo 3 parlamentarios.
La segunda vuelta electoral para elegir al nuevo presidente en el Perú será muy reñida. Las encuestas actualmente no tienen ningún crédito por el grosero margen de error y sospechas de manipulación de resultados. Queda poco más de un mes.
Alguna prensa recién está informando sobre los vínculos de Pedro Castillo con el grupo terrorista Sendero Luminoso y su plan de coordenadas comunistas chavistas. Se enfrenta precisamente a la hija del ex presidente Alberto Fujimori, el mismo que derrotara a Sendero Luminoso encarcelando a sus cabecillas en la década del 90.
Lamentablemente, es la imagen de un país fracturado y polarizado. Para bien o para mal, ganará el candidato que trasmita unidad y reconciliación nacional a la mayor cantidad de peruanos.
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Carlos Polo es analista y consultor político, director de la oficina para América Latina del Population Research Institute, y miembro del Comité de Expertos de la Political Network for Values.